Papales para el incendio (Revista Esquina #2 - 1986)


Inaugurando nuestra sección "El Baúl" tenemos lo que quizá sea el primer artículo publicado sobre fanzines en el Perú. Escrito por el desaparecido Edwin Nuñez (alias Edwin Zcuela, de la mítica banda Zcuela Cerrada) en el número de dos de la Revista Esquina (1986), este artículo nos da una visión del panorama de los ochentas sobre las publicaciones independientes y la reciente (para esa época) aparición de los zines como manifestaciones subterráneas. Sin más preámbulos, los dejamos con el trascrito de la publicación:

Fanzines, pasquines y otros papeles para el incendio
Por Edwin Nuñez

Fanzine: revista hecha por un editor aficionado y que, sobre todo, se desarrolla en un espacio que la misma publicación ha creado: un mercado propio resultado de urgentes necesidades de expresion y donde circulan temas específicos y detallados como el caso que nos ocupa: el rock. En nuestro medio su epidemia se ha desatado - distribuida en conciertos, el puesto "La Nave de los Prófugos" o directamente conectándose con grupos sub - conjuntamente con la producción de maquetas y panfletos siempre vinculados a la movida subterránea.

Sobre la superficie, saliendo de lo suburbano, hemos encontrado dispersas por ahí las revistas Ave Rock, Rockola, Lima Rock y otras; signo inequívoco del interés empresarial por el mercado juvenil, pero ninguna, es fácil comprobar, se ha movido dentro del papel renovador: acercarse a la realidad juvenil y popular de manera que puedan entender sus pálpitos y reacciones, y no con la miseria inclinación de manipular su contenido. Tú quizás me entiendas: y si no, vuelve a leer.

Eso es lo que ha entendido toda la gente que viene trabajando paralelamente en la edición de fanzines; personas que pisan el presente cubriendo sus calles con panfletos, maquetas, elucubraciones y… miedos.
Un panfleto memorable fue el distribuido en octubre del 85 –comienzos del gobierno aprista- en un concierto de El Agustino, firmado por La Familia Azul, donde decía “llevamos ya algún tiempo rascándonos la cabeza…”. Sí. Y la caspa sigue cayendo.

Actualmente, en este 86, si se tiene suerte, es posible obtener maquetas conocidas como Narcosis (Primera dosis) del grupo del mismo nombre, Primer volumen y Segundo volumen con varios grupos, igualmente las de Autopsia y Éxodo. Así mismo fanediciones como Ataque, Sociedad de Mierda y Contagio pertenecientes a bandas sub; Pasajeros del Horror, Subterock, Núcleo, Cólera, Bloke Subpsicótico, Muerte en Babilonia y CTM que son iniciativa personal y retomando lo panfletario Genocidio Perú de Pervert Rod.

- ¡Pucha!... ¿No tienes? – el muchacho pregunta perplejo.
- Bueno, ese fanzine voló rápido – responde el pata que atiende.

El dialogo se efectúa al pie de la entrada principal de la Universidad Villareal; en el puesto ambulatorio “La Nave de los Prófugos” especializado en la venta de maquetas, libros y fanzines.
La vereda está plagada de cuerpos en movimiento. Muchos paran y mira lo que aquella tienda callejera ofrece. El sitio es conocido como un mercado musical de discos de segunda mano.
“La Nave” es un lunar en la zona.
La palabrita fanzine despertó mi interés.

Conectado visualmente con las historietas y el cine, y producido generalmente a través de fotocopias, los fanzines, como los temas escritos, responden en mayor grado a la parcialidad – asumida o no asumida – de que ejecuta el texto; pero debemos tener en claro que la parcialidad no implica falta de objetividad necesariamente. Un fanzine es eso: parcial con una corriente y modo de entender la vida reducido en artículos. Las paltas generacionales son perceptibles a través de ellos y no conozco a nadie que pase de los treinta como editor de uno aquí en Lima. Y bueno, basta ya.

Ultrajemos el pasado

1972 es el año en que los antecedentes han caído. La revista Rock en setiembre de ese año publica su primer y único número. En medio de una falta de criterio deplorable en los grupos de rock de ese momento, se encuentran Tarkus, El Polen y Ayllu quienes asumen una postura vanguardista ejecutando lo suyo y en nuestro idioma.

Luego… desierto. El docenio militar está dejandonos baba.

La posta será tomada a partir de marzo del 78. Rock reaparece convertido en boletín. Su presentación reza: “El rock vuelve ¿Ya será adulto?” Para más adelante decir “… este feliz renacimiento del rock en nuestro medio ha sido posible por el apreciable grado de madurez que han dejado traslucir los grupos locales… Frágil, Nice, Mardi Gras…” (?). Ampararon la postura de que existe música para el cuerpo y música para la mente y un máximo de apología hippie. Al año siguiente, pronto a desaparecer, en el que fue un numero rescatable Rock del Sur (ampliado el nombre – se rebela contra “… el mantenimiento del inglés en el canto, la copia de música es un problema de mentalidad…”(abril 79). Mientras tanto grupos como Crisis, Mole y Opus Dei desprenden su propio trabajo.

Aparece Bemol a fines del año jugando el mismo rol de fanzine – elaborada por aficionados y para aficionados – que las anteriores publicaciones. Tiene pretensiones didácticas, dura hasta febrero del 80 y adiós.
Pero nada le debemos al pasado; pues gente que ahora, hoy, critica y se llena la boca, no fue capaz en su momento de abrir un espacio: todo quedó cubierto de polvo… tanto que ya nadie los recuerda.

Corriendo al presente

Desierto nuevamente y otro gobierno inútil.

Costra es el primer fanzine en Lima y también el que marca la ruptura con las ondas de los 70´s aquí en nuestro medio. Y cosa rara, su faneditor, era el que sostenía la tesis de que “existe música para el cuerpo y música para la mente”, allí en ese boletín de antaño ¿cómo se llamaba?: Había cambiado el hombre. Costra hace luz en la segunda mitad del 83 y su problema es que no hace referencia a la movida local. Leusemia, trío, ya da sus primeras vueltas por los barrios de Lima y el grupo Del Pueblo también hace por su lado con la propuesta de música de barrio. El carisma de ambas agrupaciones hace que vaya germinando la semilla urbana y barrial que impulsa a participar: esa, de la no – limitación. Costra los creen poseros, y los proscribe de sus páginas.

El punto de vista de Costra, al parecer, y que comparte con todos los razones de rock aquí, viene directo de la oleada punk y todo lo que suscitó: apertura a corrientes musicales que hasta hace poco eran marginadas. No. No creo que Costra haya comprendido esto.

Pero una raíz, lentamente, sí lo hizo. “La Nave de los Locos”, revista editada en marzo del 83, comienza a exhibir una serie de publicas virtudes. Cambia su nombre a Luz Negra al año siguiente y en el próximo desembocará en un fanzine que se empieza a conocer en todos los conciertos en el que participan los subterráneos: Alternativa.
Y comprendió que la atención del problema musical-marginal en el rock tenía que llegar a casa, ósea, a ser fundamental aquí. Es así que Alternativa (luego llamada Alternativa Subterránea) se alza como la más importante publicación de su tipo y logra su identificación dentro de la mancha sub naciente de Lima y que hoy cobija a una treintena de grupos de distintas tendencias.

Alternativa da pie a que grupos y personas paralelas sigan su ejemplo apoyando a los grupos nacientes recordándoles su contexto. Su tiraje mayor fue de 300 ejemplares que han sido reproducidos a su vez en variadas oportunidades. Es así. Ahora todos. Todos los fanzines salen del horno sub.

¿Y tú? ¿qué esperas?

Back to Top